Cali, enero 19 de 2025. Actualizado: viernes, enero 17, 2025 22:18
Minería y Biodiversidad
Por Milton Fernando Montoya
counsel en Holland & Knight
La COP16 celebrada en Cali, brindó una variedad de espacios de discusión sobre biodiversidad, reuniendo a representantes de diversos sectores profesionales, gremiales, académicos y gubernamentales, tanto a nivel nacional como internacional.
Allí se abordaron temas clave en el marco del cumplimiento del Convenio de Diversidad Biológica, destacándose, el futuro de la actividad minera y, especialmente, su evolución hacia prácticas más cuidadosas de la biodiversidad.
Globalmente, la transición energética exige una gran disponibilidad de minerales, pero al mismo tiempo enfrenta un activismo ambiental que se opone fieramente a los proyectos mineros.
En nuestro concepto, uno de los principales ejes de la discusión propositiva debe ser cómo equilibrar el necesario desarrollo minero con la preservación ambiental.
La creciente demanda mundial de minerales para la transición energética es una realidad, especialmente cuando es un hecho que la actividad minera deberá aumentar de manera exponencial para satisfacer la demanda global de grafito, cobre, litio, cobalto, níquel, tierras raras y otros minerales esenciales para la construcción de infraestructuras clave para la transición, como aerogeneradores, paneles solares, torres de transmisión y baterías para los vehículos eléctricos.
Así pues, en la COP16 quedó claro que la minería debe contribuir a la transición energética sin comprometer las condiciones de biodiversidad de los entornos y que, de hecho, debe aportar a su cuidado y conservación.
Además, las intervenciones también revelaron el esfuerzo del sector minero por cumplir con altos y mejores estándares de sostenibilidad en el desarrollo de su actividad, teniendo líneas de acción puntuales en materia de cuidado de la biodiversidad y su recuperación en entornos degradados.
Estándares globales para la minería responsable
Por ejemplo, la Asociación Colombiana de Minería (ACM) destacó iniciativas como el Estándar Minero Consolidado (CMSI), una colaboración entre Copper Mark, el ICMM, el TSM de la Asociación Minera de Canadá (MAC) y el Consejo Mundial del Oro (WGC) que busca consolidar sus cuatro estándares de minería responsable en un único estándar global y un sistema de supervisión con múltiples partes interesadas.
Este proyecto contempla un área de desempeño específico llamada “Biodiversidad, Servicios Ecosistémicos y Naturaleza”.
El objetivo de esta área es identificar y abordar los riesgos e impactos sobre la biodiversidad, aplicando la jerarquía de mitigación y adoptando prácticas de gestión adecuadas.
l propósito es garantizar, al menos, que no haya pérdida neta de biodiversidad por las operaciones y, si es posible, lograr una ganancia neta en las condiciones de biodiversidad, contribuyendo así a un futuro favorable para la naturaleza.
Sin embargo, la COP16 no logró acuerdos vinculantes para conciliar minería y biodiversidad, salvo lo dispuesto en la “Declaración conjunta voluntaria sobre prácticas mineras responsables para la protección de la vida y el medio ambiente”, en la que se asume el compromiso de crear un grupo ad hoc que, de cara a la COP30 de Brasil, haga entrega de tres documentos, uno de ellos una “propuesta de un acuerdo internacional vinculante que sea el marco global de trazabilidad, transparencia y rendición de cuentas a lo largo de toda la cadena de valor de los minerales”.
Es decir, pocos avances prácticos a corto plazo, especialmente en financiamiento para la recuperación de la biodiversidad en ecosistemas mineros degradados.
En este punto, en Colombia se requiere un mayor apoyo a los pequeños y medianos mineros para modernizar sus operaciones.
Esta modernización redundaría, sin duda, a que el grueso de la actividad minera nacional, alrededor del 90%, fuese más cuidadosa de la biodiversidad y, por qué no, sea un actor en el territorio que promueva su cuidado e, incluso, aporte a la recuperación de entornos degradados por explotaciones previas.
Sin embargo, para materializar esta visión es necesario el apoyo y acompañamiento del Estado, en términos de asistencia técnica, capacitaciones, financiación flexible, beneficios fiscales, presencia territorial institucional, etc.
Lecciones y desafíos de la COP16
Lamentablemente, este tipo de visión, no tuvo mayores espacios de discusión en la COP16, sino que primaron, de nuevo, las visiones prohibicionistas y estigmatizantes de la actividad, que además de ser legal es imprescindible para materializar la transición energética como ya se dijo.
Y, sea de paso, tampoco se alcanzaron acuerdos y acciones puntuales de los gobiernos para combatir la minería ilegal, esa si depredadora de la biodiversidad allí donde se adelanta, hoy en día en vastas extensiones del territorio nacional.
Eso sí, las diversas ONGs y sociedad civil manifestaron su preocupación por este fenómeno, formulando iniciativas concretas y puntuales para luchar contra la minería ilegal de oro en la Amazonia , mediante 7 propuestas como promover la responsabilidad compartida, fortalecer la gobernanza en las zonas transfronterizas, impulsar acciones colectivas lideradas por la comunidad para abordar la contaminación por mercurio en la cuenca amazónica, luchar contra la financiación ilícita, entre otras.
En suma, la COP16 deja como mensajes una preocupación legítima del cuidado de la diversidad en el marco del desarrollo de actividades mineras, un reconocimiento sobre transición energética necesitando un incremento exponencial de la actividad minera, un interés permanente de las grandes empresas por mejorar el nivel de sus estándares internacionales de cumplimiento ambiental y social, una ausencia en el debate de cómo promover mejores prácticas desde las autoridades a la pequeña y mediana minería y una pasmosa ausencia de declaraciones y acciones puntuales de las autoridades nacionales e internacionales sobre la minería ilegal, verdadera destructora de los ecosistemas y la biodiversidad, especialmente en Colombia, Perú, Ecuador y Brasil.