Cali, junio 6 de 2025. Actualizado: jueves, junio 5, 2025 23:31
Apoya a jóvenes, migrantes y población LGBTIQ+
Fundación Chaina: la red que nació en una cancha y hoy teje comunidad en Cali
A inicios del año 2000, en una cancha del sur de Cali, un grupo de hombres gays, decidió reunirse a jugar voleibol.
Lo que empezó como una actividad informal entre amigos, pronto se convirtió en una forma de resistencia.
Allí, en medio de la pelota y las redes, nació algo más profundo: un espacio seguro donde podían ser libres, visibles y escuchados.
“Nos visibilizamos sin pedir permiso. El deporte fue nuestra forma de decir que existíamos”, recordó Andrés Rojas, fundador y actual director de lo que luego se consolidaría como la Fundación Chaina.
Ese primer equipo deportivo fue el punto de partida de una organización que, con el tiempo, dejaría de lado la informalidad para convertirse en una plataforma social de impacto regional.
En 2004 se formalizó como club deportivo, y en 2009 dio el salto a fundación. Hoy, Chaina es una organización comunitaria reconocida por articular deporte, salud, arte, memoria y liderazgo con enfoque en poblaciones diversas y vulnerables.
Con sede en el barrio Ciudad 2000 y presencia en varios municipios del Valle del Cauca, la fundación acompañó procesos de más de 3.000 personas, entre jóvenes, mujeres, migrantes, personas LGBTIQ+, habitantes de barrios populares y personas que viven con VIH.
Del balón al tejido social
El deporte fue solo el inicio. Con el tiempo, quienes llegaban a jugar se quedaban. Chaina se transformó en una red de apoyo, un espacio de confianza donde se fortalecen vínculos más allá del entrenamiento.
“Nos dimos cuenta de que había algo más potente: la necesidad de ser vistos, valorados y respetados”, explica Andrés.
Así nació el concepto de Zona Segura, eje articulador de seis programas comunitarios que responden a realidades diversas.
El club deportivo, con más de 200 atletas activos distribuidos en nueve grupos, forma a jóvenes desde la niñez hasta el alto rendimiento. Algunos han representado a Cali y al Valle en competencias nacionales.
Además del entrenamiento técnico, el proceso incluye acompañamiento en autoestima, prevención de violencias, construcción de valores y formación familiar con escuelas para padres.
Chaina también logró integrar a mujeres, jóvenes migrantes y personas que vivieron procesos de exclusión. Varias madres, por ejemplo, que antes acompañaban a sus hijos como espectadoras, hoy son entrenadoras o lideran actividades dentro del proyecto. “Aquí no hay techo de cristal. Todos pueden aportar desde lo que son”, resaltó Andrés.
La salud como derecho, no como privilegio
Con el paso de los años, la fundación amplió su enfoque y abordó otra necesidad urgente: el acceso a la salud.
En un país donde las barreras al sistema son comunes, especialmente para poblaciones estigmatizadas, Chaina desarrolló estrategias de prevención combinada enfocadas en el VIH y la salud sexual.
Una de las más significativas fue Teleconecta, una línea de atención virtual que funcionó durante un año, de 9 a. m. a 9 p. m., con apoyo del Fondo Mundial. Desde allí se ofrecía información, acompañamiento y rutas de acceso a servicios médicos.
“Mapeamos actores, creamos bases de datos, identificamos puntos de atención seguros. La población clave está muy sola. Este tipo de estrategias les dan herramientas”, afirmó el director.
Además, la organización desarrolló campañas como “Nunca caminarás solx” y participó en la creación de rutas de atención con enfoque diferencial.
Estas acciones fueron reconocidas por entidades nacionales e internacionales, permitiéndoles ganar convocatorias y generar alianzas con cooperantes como Naciones Unidas.
Contar para sanar: arte, memoria y resiliencia
El arte también se convirtió en una herramienta esencial. Desde 2020, la Escuela Prisma trabaja con jóvenes de territorios afectados por la violencia, el conflicto armado y la discriminación.
Mediante procesos formativos en danza, teatro, narrativa y artes visuales, Chaina acompañó la creación de más de 100 productos de memoria que narran historias de vida y resistencia.
Uno de los proyectos más destacados fue Prisma Pacífico, realizado en Buenaventura con el apoyo de la ONU. En ese espacio, 50 jóvenes construyeron relatos de resiliencia a partir de su experiencia personal y colectiva.
“El arte es el psiquiatra gratuito. A través de él, las personas entienden lo que han vivido y cómo lo han superado”, aseguró Andrés.
Este enfoque llevó a la fundación a trabajar en una propuesta de Museo de Memoria LGBTIQ+ en Cali, en alianza con investigadoras de México.
Para Andrés, preservar estas historias es clave para el reconocimiento y la dignidad de quienes históricamente han sido excluidos. “Contar lo vivido es una forma de sanar y también de resistir”, afirma.
Liderazgos que se construyen en comunidad
Además del trabajo directo con las comunidades, Chaina apostó por la incidencia en política pública. Forma parte de la Mesa Distrital LGBTIQ+ de Cali, de la Red de Deporte Incluyente (REDI) y es promotora de la unificación de las marchas del orgullo en la ciudad. “Nos interesa sumar, no dividir. La participación transforma cuando se ejerce con propósito”, explica su director.
También mantiene convenios con universidades locales como la Autónoma, la Católica y la Antonio José Camacho.
Cada semestre recibe practicantes que se integran a los distintos frentes del trabajo social, lo que ha convertido a la fundación en una de las plataformas comunitarias más activas en formación.
En Ciudad 2000, los resultados son tangibles. Niños que empezaron a jugar a los siete años hoy se preparan para asumir nuevos retos como adultos.
Algunos llegaron a selecciones, otros encontraron un proyecto de vida. Andrés insiste en que el objetivo es acompañarlos más allá de la cancha, generando oportunidades en educación y empleo.
El camino de la Fundación Chaina ha sido sostenido, pero no exento de desafíos. Sin sede propia ni apoyo estable de la administración local, su operación depende, en gran medida, de la cooperación internacional y del trabajo voluntario. Aun así, continúa creciendo.
Su visión hacia el futuro es clara: consolidarse como referente nacional en inclusión, salud y formación para poblaciones diversas.
Para lograrlo, buscan sumar aliados, movilizar recursos y fortalecer su red de trabajo. “Nuestro llamado es a que más personas, empresas e instituciones se sumen. Aquí no solo se entrena: aquí se transforma la vida”, concluyó Andrés.
Desde una red, una pelota y una comunidad que decidió no quedarse al margen, la Fundación Chaina sigue construyendo tejido social donde antes hubo discriminación.
Un proyecto de ciudad que nace desde lo comunitario y que, cada día, sigue sumando nuevas voces.