Cali, octubre 23 de 2025. Actualizado: miércoles, octubre 22, 2025 23:50
A propósito, ¿cómo estás de salud mental?
La armonía personal, la felicidad, la constancia en la construcción de un proyecto de vida y la paz interior (sea cual sea el concepto de espiritualidad que se tenga) son producto de una debida salud mental.
Es tan importante que todos tengamos una salud mental óptima, que anualmente se dedica un día mundial para reflexionar y trabajar en ello.
Tendemos a pensar que “no estamos locos”, para demostrarnos que nuestra conducta, supuestamente, se ciñe a estándares normales para la convivencia y que no estamos enfermos, no somos “raros” o, incluso, no constituimos un peligro social.
Pero, pregunto, si mayoritariamente pensamos eso, por qué a diario vivenciamos problemas de convivencia, de mala comunicación, de intolerancia, de incomprensión y de violencia, incluso con quienes percibimos como personas sanas mentalmente.
¿O será que son nuestras propias ideas, sensaciones y estados físicos y anímicos los que están afectando la convivencia propia y la de los demás?
Tradicionalmente se ha dicho que “todos tenemos algo de locos”, pues algunas ideas, actitudes, respuestas, anhelos o rechazos no siempre se alinean con estándares socialmente considerados comunes.
Históricamente algunos de esos casos de “locura” han sido expresiones de genialidad, incomprendida por el entorno. ¿Somos locos, genios, o incomprendidos?.
La salud mental es un estado que expresa la comodidad o no con nuestra existencia y el entorno.
Cuando las necesidades, deseos o expectativas que crea la psiquis de alguien no hallan respuesta, puede surgir una desgracia propia y de quienes conviven con esa persona.
Por nuestro rol, entorno, expectativas y peticiones que se nos hace, muchos, posiblemente desde hace mucho tiempo y sin darnos cuenta, experimentamos una salud mental al límite, por detonantes como: Estrés, problemas (no importa cuántos y en qué dimensión), deudas, conflictos, exigencias del trabajo o su falta, salud física, soledad, ansiedad, tener o carecer de poder, nivel de estima, amores y desamores…
También decimos que nadie sabe la sed con la que bebe el otro. Ello nos sirve para entender cómo cada uno mentalmente vive su propia realidad, y sus situaciones son únicas.
Antes de decirle a otros cómo deben comportarse, es un acto de responsabilidad con nuestra existencia y la de los demás, hacer una valoración de nuestra salud mental.
La autorreflexión, la búsqueda de asesoría y ayuda, y el diálogo con otros deben permitirnos identificar si podemos movernos en el mundo deseado o, por el contrario, nuestros objetivos frente a la realidad están desalineados.
Sea cual sea nuestra situación y nuestra evaluación, no podemos olvidar algunos principios aplicables a todos los humanos: Por ejemplo, todos somos imperfectos, la búsqueda de la perfección es un camino de aciertos y errores, no siempre se gana, hay que aprender de los errores, todos reímos y lloramos, el éxito es producto del esfuerzo, la tragedia es incomprensible pero real, y todos dependemos de todos.
No soy psiquiatra, ni pretendo ser psicologo, y soy consciente del respeto por abordar este tema. Mi intención es invitar a la reflexión.
Por ello, me ha parecido útil considerar 10 criterios que debemos tener en cuenta para evaluar nuestra salud mental, usados por la OMS, el Ministerio de Salud de Colombia, y escalas como la GHQ-12 (General Health Questionnaire), el PHQ-9 (Patient Health Questionnaire) y el GAD-7 (Generalized Anxiety Disorder Scale).
Pueden ser señales de alerta de nuestra salud mental:
1) Dificultad para dormir, despertar frecuente, pesadillas o sueño excesivo.
2) Fatiga constante, sensación de vacío o desánimo para hacer actividades que eran satisfactorias.
3) Pensamientos autocríticos, pesimistas o repetitivos; sensación de fracaso.
4) Cambios bruscos de humor, irritabilidad frecuente o sensación de estar “al borde”.
5) Aislamiento, pérdida de interés por vínculos o actividades placenteras.
6) Dificultad de atención, olvido de tareas y errores frecuentes.
7) Dolencias físicas sin causa médica clara (cefaleas, gastritis, tensión muscular).
8) Sensación constante de tensión, pensamientos anticipatorios o ataques de pánico.
9) Frente al trabajo, sentirse incapaz, indiferente o agotado emocionalmente.
10) Sensación de inutilidad, desesperanza o pensamientos de muerte.
La evaluación y propia reflexión es tarea de todos, permanentemente.
Solamente así podremos contribuir a la sostenibilidad humana y a la sustentabilidad planetaria para el disfrute de la vida.