Segundo boom literario

Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, en los años sesenta, ya habían prendido el nuevo vehículo Boom de la Literatura Latinoamericana y de pronto llegó Gabriel García Márquez, aceleró con un cambio en primera y entonces el realismo mágico enrutó hacia Macondo a los millares de lectores.

Ahora, seis décadas más tarde se produce un segundo boom literario: todo el mundo vuelve a hablar de Cien Años de Soledad, se llenan las paredes con afiches invitando a mirar la serie de Netflix, los columnistas hallan bastante tela de donde cortar y hasta hay señoras dispuestas a emular a la matrona Úrsula Iguarán.

Bueno, hay una salvedad: quienes con anticipación sí habían hecho bien la tarea fueron los jóvenes de cuerpos atléticos y tatuados, que parecían encargados de ambientar el regreso del apetecido y bien cargado José Arcadio Buendía.

Lo raro es que en este segundo boom literario, no se les vea con el libro en mano animados a confrontar la narración visual con la literaria, siguen en deuda intelectual de leer la novela.

La serie de Netflix les cayó como anillo al dedo para dejar de ser incultos y no guardar más silencio cuando vuelvan a chocar con algún gabologo descrestador.

Ven la serie, la aplauden y defienden a ultranza Cien Años de Soledad.

Raro que quienes polarizan al país todavía no se pronuncien contra la serie.

¿Será por temor al Coronel Aureliano Buendía? No se preocupen: pueden seguirle llamando Aurelito.

Raro tanto silencio, ¿será porque la serie incluyó como memoria histórica las guerras civiles, los fraudes electorales y los abusos de poder?

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