Cali, mayo 31 de 2025. Actualizado: sábado, mayo 31, 2025 19:51

Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo

Compromiso Valle: el poder de sentarse a conversar

Compromiso Valle: el poder de sentarse a conversar
viernes 30 de mayo, 2025

Compromiso Valle: el poder de sentarse a conversarPor: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente

Nadie imaginaba que, en medio de la tormenta, nacería algo tan potente como Compromiso Valle.

Lo vi surgir cuando Cali era el epicentro de una rabia legítima y desbordada, y los puentes entre los sectores sociales parecían haberse roto para siempre.

En esos días de 2021, las calles estaban bloqueadas y los ánimos crispados, entonces apareció una palabra que parecía ingenua:compromiso“. Y sin embargo, fue precisamente desde ahí, desde la voluntad de escuchar al otro, donde se empezó a tejer una nueva narrativa.

Una que no negaba el conflicto, pero que apostaba por la transformación colectiva.

Yo estuve ahí, como periodista, también como ciudadana. Y desde entonces participo activamente en sus programas.

Uno de los espacios que más disfruto es El Palabreo.

Suena simple: una reunión mensual para conversar. En un país donde el diálogo suele disfrazarse de monólogo, sentarse a hablar —y escuchar— ya es un acto revolucionario.

Del estallido a la construcción

Compromiso Valle no nació en una sala de juntas, sino en la calle. El primer paso lo dieron algunos empresarios, muchos de ellos con experiencia previa en las fundaciones de sus empresas.

Se cuestionaban por qué, a pesar de haber generado empleo, liderado programas sociales e impulsado el progreso desde el sector privado, se había llegado a un punto de ruptura tan profundo.

En lugar de quedarse en la queja, se arriesgaron a hacer algo distinto: abrir el diálogo, escuchar y construir en medio del polvo.

Hoy, cuatro años después, esta iniciativa articula a más de 700 organizaciones. No se limita a entregar ayudas; promueve huertas urbanas, transforma proyectos de vida, fortalece el liderazgo social, mejora la empleabilidad, fomenta el emprendimiento y apuesta por la educación.

Lo hace desde el territorio, con los pies en la tierra y el oído en la comunidad.

Es fácil hablar de paz cuando no hay riesgos. Compromiso Valle entendió que el verdadero cambio no se decreta, se conversa.

Y en El Palabreo lo hemos comprobado: jóvenes, empresarios, artistas, gestores culturales, todos compartimos ideas, frustraciones y propuestas.

Aunque no siempre estamos de acuerdo nos escuchamos. Y eso, en Colombia, ya es avanzar.

Ejes que nacen desde el territorio

Los seis ejes de acción de Compromiso Valle —alimentación, educación, empleabilidad, emprendimiento, liderazgo y transformación de proyectos de vida— no salieron de una oficina.

Son el resultado de escuchar lo que necesitan los que necesitan apoyo, y cómo lo necesitan. Cada línea de trabajo se construyó desde el diálogo, y se ajusta de forma permanente a las realidades del territorio.

Por eso funcionan. Porque detrás de cada huerta comunitaria, cada formación laboral o cada emprendimiento apoyado, hay una historia concreta, un rostro, una comunidad que se siente parte del proceso.

No se trata de llevar soluciones empaquetadas, sino de entender el contexto, sumar capacidades y crear nuevas rutas.

Esta forma de actuar también deja lecciones valiosas para lo público.

  • La primera: que escuchar no es ceder, es comprender.
  • La segunda: que los programas no deben nacer del afán por ejecutar recursos, sino del deseo genuino de transformar realidades.
  • Y la tercera: que con corresponsabilidad, hay sostenibilidad.

Trabajar juntos sí funciona

Uno de los grandes logros de Compromiso Valle ha sido demostrar que el trabajo conjunto multiplica el impacto. Muchas de las organizaciones que hoy hacen parte de la iniciativa ya venían trabajando desde antes en los territorios.

Tenían experiencia, recursos y conocimiento, pero actuaban de forma aislada y desarticulada.

Unirse les permitió compartir saberes y buenas prácticas. Igualmente, movilizar más recursos y lograr mayor alcance.

Al trabajar en red, lo que antes era un esfuerzo fragmentado se convirtió en una estrategia colectiva con capacidad de incidencia real.

Esa articulación, que no es fácil ni automática, ha sido uno de los aprendizajes más valiosos. Escuchar, ceder, construir consensos y confiar en el otro ha requerido tiempo, pero ha valido la pena.

Hoy se logran impactos que ningún actor, por grande que sea, podría alcanzar de manera aislada.

Compromiso Valle: el poder de sentarse a conversar

Más allá del dinero

Una vez, en los inicios de Compromiso Valle, un empresario me preguntó por qué creía que, a pesar de los esfuerzos, las fundaciones empresariales no habían logrado transformar los territorios.

Le respondí con una metáfora que aún significa mucho para mí:Han sido como un padre rico, ausente. Mandan el cheque, pero no construyen una relación con sus hijos. Y al final, no los conocen.

Eso es justamente lo que ha cambiado. En Compromiso Valle, los aportes económicos siguen siendo fundamentales, sí.

Sin embargo, lo que marca la diferencia es la presencia, el acompañamiento, la disposición de dedicar tiempo y trabajar en equipo. La confianza no se compra: se construye.

Hoy veo a empresarios que van a los barrios, que conversan con líderes sociales, que conocen las historias de los jóvenes que apoyan.

Y veo a líderes comunitarios que sienten que su voz cuenta, que su experiencia es valorada. Esa reciprocidad no se logra con dinero, sino con compromiso real.

Este proceso nos recuerda que, si bien se necesitan recursos para enfrentar los problemas de nuestra sociedad, se necesita mucho más que eso para construir relaciones sólidas, confianza y un futuro compartido.

Permanecer para transformar

En El Palabreo he escuchado historias duras, conmovedoras, inspiradoras. Algunas me han hecho pensar que lo que realmente necesitamos es compromiso de largo aliento.

No estamos corriendo una carrera de velocidad, sino una maratón.

Recuerdo que en uno de los aniversarios de Compromiso Valle, una lideresa contó que al conocer a los empresarios, en pleno estallido social, pensó que irían una vez y no volverían.

Que apenas se levantaran los bloqueos, desaparecerían. Han pasado cuatro años y siguen ahí: escuchando, apoyando, enseñando. Eso es lo que más valoro.

Porque al final, uno se cansa de pedir, y el otro se cansa de dar —dijo ella—. En este proceso hemos aprendido a construir juntos, a forjar un camino compartido, a volvernos autosostenibles.

Esa, insistía, es la diferencia de Compromiso Valle: no solo nos ha dado herramientas, también nos ha enseñado a usarlas, y a confiar en que podemos avanzar por nuestra cuenta.

Más que un reemplazo, un complemento

Una frase que se repite con frecuencia entre los empresarios que participan en Compromiso Valle es que esta iniciativa no busca reemplazar al Estado.

Y tienen razón. Lo que me asombra, después de estos años, es haber sido testigo de todo lo que se puede hacer con muchos menos recursos de los que posee el Gobierno, y en mucho menos tiempo.

Eso me lleva a una pregunta incómoda: ¿Por qué algunos segmentos de nuestra sociedad siguen aferrados a la idea de que todo debe ser centralizado por el Estado y controlado por los políticos? La experiencia de Compromiso Valle demuestra que si hay voluntad, articulación y un propósito claro, es posible generar impacto real desde lo privado, los ciudadanos, desde lo colectivo.

Es más, es un buen ejemplo de que incluso la inversión social puede ser mejor gestionada por el sector privado o por los propios ciudadanos, si hay compromiso, transparencia y sentido de propósito compartido.

No se trata de renunciar a lo público, sino de complementarlo con inteligencia, compromiso y acción. Porque mientras se tramita un convenio o se expide un decreto, en Compromiso Valle ya se tejió una red, se activó un programa, se transformó una vida.

Compromiso Valle: el poder de sentarse a conversar

Un modelo que debería replicarse

Lo que más me impacta de Compromiso Valle no es su alcance numérico —aunque los más de 100 mil beneficiarios impresionan— ni los más de 38 mil millones de pesos recaudados en su primer mes, sino su método: escucha activa, confianza, corresponsabilidad.

No hay paternalismo ni soluciones de escritorio. Cada programa se construye con la comunidad, no para ella.

En tiempos donde la polarización nos encierra en trincheras, este modelo demuestra que sí es posible cooperar desde las diferencias.

Que empresarios y líderes sociales pueden sentarse en la misma mesa, no para negociar poder, sino para transformar el futuro.

¿Y si nos diéramos la oportunidad?

A veces me pregunto qué pasaría si esta experiencia se replicara a gran escala. Si en vez de esperar que todo venga del Gobierno, apostáramos por la inteligencia colectiva.

Si en vez de dividirnos en etiquetas, nos atreviéramos a conversar como en El Palabreo.

Estoy convencida de que el camino pasa por ahí: por el compromiso y también por la humildad de reconocer que nadie transforma solo. Que el verdadero cambio se construye en red, con persistencia, confianza y colaboración.

Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo

Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística. A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.

Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.

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