Cali, mayo 24 de 2025. Actualizado: viernes, mayo 23, 2025 23:15
Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo
Valle del Cauca: 115 años de desafíos y resistencias
Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente
Sentarme a escribir sobre el Valle del Cauca es explorar sus contrastes, sus heridas y su fuerza.
Un departamento de pujanza económica y diversidad geográfica, también de profundas desigualdades y conflictos sin resolver.
Soy testigo de cómo el Valle lucha por consolidarse como el “Paraíso de todos“, una tierra de oportunidades donde el desarrollo aún es una promesa por cumplir para muchos de sus habitantes.
Cada vez que escucho el himno del Valle siento inspiración sobre lo que significa esta región, sus retos y sus enormes posibilidades.
Liderazgo nacional: la eterna lucha por ser escuchados
“Por el bien de mi Valle, ¡adelante!” dice el himno. Esta frase refleja la necesidad constante de abrirse camino por cuenta propia en un escenario nacional que con frecuencia lo relega.
Esta ha sido más que una consigna, es un mandato que ha obligado al Valle a luchar por su desarrollo con esfuerzo propio.
No ha habido cuatrienio en el que un gobernador no tenga que pelear por los presupuestos para los proyectos o que la bancada de congresistas la haya tenido fácil.
Los gremios, los empresarios y la academia han sido fundamentales en la construcción permanente de ese liderazgo que compite con el centralismo bogotano, también con la capacidad de gestión de Antioquia y de la Costa Atlántica.
En épocas recientes, ProPacífico y la Unidad de Acción Vallecaucana han jugado un papel fundamental en esta lucha. A pesar de ser una región estratégica en la economía colombiana, su peso en las decisiones del Gobierno central no siempre ha sido proporcional a su importancia.
La relación del Valle con el poder ha estado marcada por altibajos, con liderazgos locales que han logrado avances significativos, también por una constante disputa por mayor inversión y reconocimiento.
Pujanza económica: agroindustria y diversificación
“Verdes campos de vida y solaz” resalta la importancia del sector agroindustrial en el Valle. Sin embargo, el monocultivo de la caña de azúcar sigue produciendo tensiones. Actualmente, el Valle del Cauca cuenta con 9 ingenios azucareros que generan más de 286.000 empleos directos e indirectos en la región.
Este sector representa cerca del 15% del PIB del departamento y está presente en 30 de los 42 municipios del Valle del Cauca.
Sin embargo, la concentración de la tierra y el impacto ambiental son factores de conflicto en torno a ellos. Igualmente, algunos consideran que el monocultivo también ha impedido que se desarrollen otro tipo de sectores agrícolas como el hortofrutícola.
Además del sector agroindustrial, la economía del Valle del Cauca se apoya en otras industrias clave. La manufactura representa cerca del 25% del PIB departamental y el comercio exterior posiciona al Valle como una de las principales regiones exportadoras del país.
El sector el farmacéutico y la tecnología han ganado protagonismo en los últimos años. La variedad de empresas que integran el tejido empresarial del Valle refleja su capacidad para competir en mercados globales, con una fuerte presencia en los tratados de libre comercio.
Sin embargo, la región aún enfrenta desafíos. La inversión en infraestructura sigue siendo insuficiente y las políticas de apoyo a la industria no han logrado consolidar un crecimiento sostenido.
Para mantener al Valle competitivo se requiere una articulación efectiva entre el sector público y privado. El Plan de Desarrollo del Valle del Cauca 2024-2027 prioriza el fortalecimiento de la competitividad y la innovación, con una inversión de $2,1 billones de pesos en cuatro años para diversificación productiva, empleo formal y transformación digital.
El objetivo es conectar mejor al Valle con los mercados globales, potenciar su presencia en industrias emergentes y consolidar un ecosistema emprendedor sólido.
No obstante, el desafío radica en traducir estos planes en acciones concretas que generen oportunidades reales para los habitantes del departamento, evitando que las estrategias se queden en el papel.
Un departamento de ciudades intermedias
El Valle es más que Cali. Palmira, Yumbo, Tuluá, Buga, Jamundí, Buenaventura y Cartago han sido clave en la dinámica regional y polos de desarrollo.
Sin embargo, Cartago y Buenaventura a veces sienten que el Valle no las apoya lo suficiente. Estas ciudades intermedias desempeñan un papel fundamental en la descentralización del crecimiento y la mejora de la calidad de vida en el departamento. Su desarrollo fortalece la economía local, generando empleo y atrayendo inversión.
El Valle es un departamento de contrastes, donde los indicadores de desarrollo de sus municipios principales no pueden ocultar las dificultades que enfrentan las localidades más pequeñas y los sectores rurales.
De acuerdo con la Medición de Desempeño Municipal (MDM) del Departamento Nacional de Planeación, Yumbo es el municipio con mejor desempeño del departamento, alcanzando un puntaje de 88,4.
En contraste, Caicedonia se encuentra entre los municipios más rezagados, con un puntaje de 39,96. Este indicador mide la eficiencia en la administración de recursos, la calidad de los servicios públicos, la cobertura en salud y educación y la infraestructura local.
Estas cifras reflejan la desigualdad territorial dentro del Valle y la necesidad de estrategias focalizadas para reducir las brechas y garantizar un desarrollo equilibrado en toda la región.
Infraestructura: siempre en la mira, siempre en disputa
Los proyectos de infraestructura siempre han estado en la parte alta de la agenda. En estos 35 años, no creo que haya pasado uno en el que no se hable de las necesidades del puerto de Buenaventura, de la vía al mar o de los aeropuertos. El Valle ha hecho un esfuerzo permanente por velar por su infraestructura.
El aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón tiene potencial para ser un hub internacional y necesita mejoras para lograrlo. Además, su conectividad es limitada lo que afecta la competitividad de nuestra región y el desarrollo de actividades como el turismo médico.
Cartago y Buenaventura también han luchado por el desarrollo de sus terminales aéreas sin encontrar suficiente respaldo nacional.
La geografía favorece al Valle pero sin infraestructura adecuada ese potencial no se maximiza. En este aspecto, los esfuerzos nunca serán suficientes.
Seguridad: un corredor estratégico y un desafío permanente
El Valle del Cauca es un corredor estratégico para el comercio, también para el crimen organizado. El narcotráfico, la minería ilegal y la presencia de grupos armados siguen afectando la seguridad de la región.
El impacto de la violencia se refleja en el Ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, publicado anualmente por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
En 2024, Buenaventura salió del ranking, indicando una mejora en sus índices de seguridad. Cali y Palmira continúan en la lista, en los puestos 29 y 44, respectivamente.
La extorsión mantiene en alerta al Valle del Cauca, con un preocupante número de denuncias que reflejan la persistencia de este flagelo en la región.
Un caso emblemático se vive en Tuluá, donde “La Inmaculada” ha llegado a ejercer control sobre actividades económicas básicas a través de la intimidación y el cobro ilícito. Buenaventura también sufre este flagelo con intensidad.
Además, la percepción de inseguridad entre los ciudadanos se mantiene alta. El departamento no puede enfrentar solo esta crisis.
Se necesita una política de seguridad nacional específica para el Pacífico, que articule esfuerzos en Cauca, Nariño y Chocó, regiones que comparten los mismos desafíos de crimen organizado.
La lucha contra el narcotráfico y la minería ilegal no puede limitarse a operativos temporales; requiere una estrategia integral con inteligencia militar, control fronterizo y presencia permanente del Estado en zonas de alto riesgo.
Conflictos sociales en el Valle: entre la resistencia y la transformación
El estallido social en el Valle del Cauca fue la expresión de problemas acumulados durante años: desigualdad, falta de oportunidades y abandono estatal.
Sin embargo, más allá del descontento, las protestas también revelaron la presencia del crimen organizado en la región. Mientras miles exigían cambios, grupos ilegales aprovecharon el caos para afianzar su control territorial.
La ausencia del Estado en varias zonas ha permitido que el narcotráfico y la minería ilegal impongan sus propias reglas, afectando la seguridad y la economía local.
En este contexto, los movimientos sociales buscan soluciones pero sus demandas chocan con estructuras criminales que prosperan en la inestabilidad.
A esto se suma la crisis del Cauca, que ha intensificado las disputas por la tierra, enfrentando a comunidades con grandes empresas y actores ilegales.
El significado de la protesta sigue generando divisiones. Para algunos, es una expresión legítima de resistencia; para otros, un mecanismo de presión que en algunos casos ha derivado en actos violentos o extorsión al Estado.
Esta polarización ha dificultado un debate equilibrado sobre el derecho a la movilización y sus límites.
En este contexto, el papel de los líderes sociales es clave y a menudo queda en una zona ambigua. Mientras muchos representan legítimamente las necesidades de sus comunidades, otros han sido señalados por intereses políticos o por la instrumentalización de la protesta.
La falta de claridad en estas dinámicas refleja un problema estructural sin resolver. Sin fortalecer la institucionalidad y enfrentar los factores que alimentan la crisis social, el desarrollo seguirá siendo una meta lejana. En este aspecto, lo que está claro es que el departamento no puede solo.
El Valle del futuro: innovación, sostenibilidad y liderazgo en la era de la IA
El Valle del Cauca se encuentra en un punto de inflexión. En plena Cuarta Revolución Industrial y en la era de la inteligencia artificial, el departamento tiene la obligación de reinventarse y consolidarse como un eje de innovación, sostenibilidad y liderazgo.
La transformación digital, la biotecnología, las energías renovables, la logística global y la economía creativa son sectores que pueden posicionar al Valle como un referente económico en América Latina.
Si logramos articular esfuerzos entre el Gobierno, el sector privado, la academia y la sociedad civil, podremos construir una región competitiva, inclusiva y sostenible. El reto es enorme, la historia nos demuestra que el Valle siempre ha sabido abrirse camino.
El “Paraíso de todos” es una construcción colectiva que haremos realidad si unimos fuerzas para equilibrar desarrollo, inclusión y sostenibilidad.
El Valle tiene la energía, el talento y el coraje para lograrlo. Sigamos avanzando con orgullo y propósito: “Por el bien de mi Valle, ¡adelante!”
Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo
Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística. A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.
Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.