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Medicina y salud emocional

El “efecto Rumpelstiltskin”: cuando poner nombre a la enfermedad alivia el malestar

El “efecto Rumpelstiltskin”: cuando poner nombre a la enfermedad alivia el malestar
Foto: Pixabay
viernes 17 de octubre, 2025

Un antiguo cuento de los hermanos Grimm inspiró a investigadores del Real Colegio de Psiquiatría del Reino Unido para bautizar un fenómeno con resonancias clínicas: el “efecto Rumpelstiltskin”.

En la fábula, descubrir el nombre oculto del duende permite liberar a la joven de un compromiso imposible; en medicina, conocer el diagnóstico otorgaría un alivio similar.

En un artículo publicado en la revista BJPsych Bulletin, los autores definen este efecto como el valor terapéutico inherente a otorgar “nombre y apellidos” a un problema de salud.

Señalan que, más allá de guiar un tratamiento, el mero acto diagnóstico genera validación, empoderamiento y reducción de la ansiedad que provoca la incertidumbre.

Estudios previos ya avalan esta idea. Una revisión de 2021 constató que las etiquetas diagnósticas contribuyen a facilitar la comunicación, mejorar la autocomprensión y fomentar vínculos con grupos de apoyo.

Otro análisis, centrado en jóvenes con trastornos psiquiátricos, confirmó que el respaldo de la autoridad científica alivia la autoculpa y favorece la aceptación social.

La fuerza de la etiqueta diagnóstica

Según los investigadores, el diagnóstico no es solo una categoría médica, sino una herramienta social que ayuda a construir una narrativa sobre el sufrimiento.

Nombrar una afección elimina lo que la filósofa Miranda Fricker denomina “oscuridad hermenéutica” y permite dejar de interpretarla como una carencia personal.

Además, vincula al paciente con comunidades de apoyo y despierta la esperanza asociada al inicio de un posible tratamiento.

No obstante, advierten los autores, la etiqueta diagnóstica también puede desencadenar estigma, miedo o convertirse en “profecía autocumplida” si el beneficio esperado no se materializa.

Por ello, subrayan la necesidad de personalizar la comunicación del diagnóstico y acompañar al paciente más allá de la etiqueta, para que ésta no se convierta en una carga irreversible.


El “efecto Rumpelstiltskin”: cuando poner nombre a la enfermedad alivia el malestar

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