Cali, julio 17 de 2025. Actualizado: jueves, julio 17, 2025 19:54

La extraña condición que divide a la ciencia

Soy alérgico al WiFi

Soy alérgico al WiFi
Foto: IA
jueves 17 de julio, 2025

En un mundo donde estar conectado es casi una obligación, hay personas que huyen de la tecnología como si fuera veneno.

No se trata de paranoia ni de una protesta digital: dicen que estar cerca de un router WiFi, un celular o una torre de señal les causa dolor de cabeza, náuseas, ansiedad o incluso problemas respiratorios.

A esta condición se le conoce como hipersensibilidad electromagnética (EHS), y aunque no está reconocida oficialmente como enfermedad por la OMS, cada vez más personas afirman sufrirla.

Viven con miedo a lo invisible

Los afectados por EHS aseguran que sienten malestar físico al exponerse a ondas electromagnéticas provenientes de redes inalámbricas, electrodomésticos, pantallas LED, antenas de telefonía y hasta relojes inteligentes.

Algunos han abandonado sus trabajos, se mudaron a zonas rurales o construyeron espacios blindados para aislarse del “ruido invisible” que, según ellos, los enferma lentamente.

En Francia, el caso de Marine Richard, una mujer que logró que el gobierno le otorgara una pensión por invalidez por hipersensibilidad electromagnética, desató el debate.

En Suecia y España, hay testimonios de personas que viven en cuevas, caravanas o casas sin electricidad.

¿Condición real o efecto psicosomático?

La ciencia está dividida. La mayoría de estudios doble ciego no han demostrado que las personas con EHS puedan identificar con certeza cuándo están expuestas a señales electromagnéticas.

Esto ha llevado a muchos expertos a clasificar la condición como psicosomática o de origen psicológico.

Sin embargo, los afectados insisten en que los síntomas no son imaginarios.

Algunos investigadores abren la puerta a una teoría intermedia: tal vez la EHS no es causada directamente por las ondas, sino por una respuesta de estrés crónico que se activa ante ciertos entornos tecnológicos.

El rechazo de la sociedad digital

Uno de los mayores problemas de quienes padecen esta condición es el escepticismo social.

Son tratados como locos, exagerados o conspiranoicos.

En un mundo hiperconectado, vivir sin WiFi es casi un crimen.

Por eso muchos terminan en aislamiento, sin atención médica adecuada, y con serios cuadros de ansiedad y depresión.

Zonas blancas: donde el WiFi no llega

Existen lugares conocidos como “zonas blancas electromagnéticas”, donde está restringido el uso de ondas para preservar la salud de estas personas.

Uno de los más conocidos está en Virginia, EE. UU., cerca del Radiotelescopio de Green Bank.

Allí, por razones científicas, se prohibió el uso de señales inalámbricas.

Allí viven pequeñas comunidades de personas con EHS, que aseguran haber recuperado su salud en este ambiente sin radiación.

Pero también viven aislados del mundo moderno, sin celular, sin internet y sin contacto social constante.

El lado viral: moda, morbo o realidad

En redes sociales también han surgido contenidos que abordan este tema desde la fascinación o el morbo.

Videos de “personas alérgicas al WiFi”, documentales sobre comunidades desconectadas y testimonios con millones de visualizaciones.

Algunos los acusan de farsa, pero otros encuentran eco en sus propios malestares.

Lo cierto es que la EHS pone sobre la mesa una discusión más profunda: ¿qué está haciendo la tecnología a nuestros cuerpos, cerebros y salud mental?

Mientras tanto, la medicina observa

La OMS reconoce los síntomas de la EHS (dolor de cabeza, fatiga, náuseas, concentración difícil), pero aún no ha determinado que sean provocados directamente por las ondas electromagnéticas. Recomendó más investigación.

Mientras tanto, algunas clínicas alternativas ofrecen terapias como desintoxicación electromagnética, dieta anti-radiación o blindaje doméstico.

El dilema del siglo XXI

La hipersensibilidad electromagnética podría ser la nueva “alergia invisible”.

Una condición que desafía la comprensión médica, pero que está obligando a replantear el impacto silencioso de vivir permanentemente rodeados de tecnología.

Quizá no todos somos alérgicos al WiFi.

Pero tal vez deberíamos preguntarnos si está bien que el cuerpo humano ya no tenga espacios donde simplemente pueda descansar del ruido invisible.

Este artículo fue elaborado por un periodista del Diario Occidente usando herramientas de inteligencia artificial.


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