Cali, octubre 23 de 2025. Actualizado: miércoles, octubre 22, 2025 23:50
No estamos exentos de otra extinción masiva
Peligros que vienen del espacio para la vida en la tierra
La vida en la Tierra ha sido testigo, en múltiples ocasiones, de episodios catastróficos que han diezmado o desaparecido poblaciones de especies a través de extinciones masivas.
Muchos de esos eventos podrían tener origen en amenazas provenientes del espacio según los estudios realizados en los últimos años por científicos.
Comprender estos riesgos no sólo nos conecta con el pasado geológico, sino que nos invita a reflexionar sobre la precaria estabilidad de nuestro planeta.
Una de las causas mejor documentadas de extinción masiva es el impacto de un asteroide o cometa.
Es el caso del evento Cretacico –Paleogeno hace unos 66 millones de años en el que se estima que un cuerpo de tamaño kilométrico colisionó con la Tierra, desencadenando un “invierno de impacto”: polvo y aerosoles bloquearon la luz solar, terminó la fotosíntesis global y se extinguieron cerca del 75 % de las especies.
Según investigaciones recientes, esos impactos afectaron zonas ricas en azufre y carbono, lo que potenció el enfriamiento global.
Más peligros
Pero el impacto de asteroides no es la única amenaza.
Las tormentas solares y la actividad estelar pueden también representar un riesgo para la Tierra.
El fenómeno conocido como “clima espacial” —la erupción de flamas solares, eyecciones de masa coronal y viento solar— tiene capacidad de alterar la magnetosfera terrestre, interrumpir sistemas de comunicaciones, dañar satélites y redes eléctricas, según ha concluido la Agencia Espacial Europea.
Si bien estas perturbaciones no han causado una extinción de vida, evidencian la existencia de un entorno espacial activo puede afectar nuestras infraestructuras y, en escenarios extremos, parte del soporte para la vida.
Más allá aún, los astrofísicos proponen que fenómenos como los estallidos de rayos gamma provenientes del espacio profundo podrían ser responsables de extinciones aún mayores en la historia de la Tierra.
Modelos sugieren que un estallido de una supernova muy cercana podría agotar la capa de ozono de la Tierra, exponiendo la superficie a niveles letales de radiación ultravioleta.
Este tipo de hipótesis ha sido vinculada, por ejemplo, al evento que marca el final del periodo Ordovícico, hace unos 440 millones de años que ocasionaron cambios climáticos extremos provocados por un episodio de glaciación global, aunque también se han propuesto otras causas complementarias de origen geológico.
Aunque la hipótesis de que el agujero negro masivo que hay en el centro de la Vía Lactea pueda despertar en los próximos dos mil años, la comunidad científica coincide en que el impacto directo sobre nuestro planeta será mínimo, pero sin embargo recomiendan estar vigilantes.
También se pronostica el posible choque de la Vía Lactea con otras galaxias, que podría afectar gravitatoriamente el sol y la tierra aunque la ciencia descarta su destrucción.
La historia de las extinciones masivas nos enseña que, además de las causas volcánicas, oceánicas o de cambio climático interno, las perturbaciones provenientes del espacio externo —ya sean impactos, radiación o actividad solar extrema— han jugado un papel relevante.
Para la Tierra actual, la lección es doble: por un lado, estamos más conscientes y tenemos sistemas de monitoreo espacial; por otro, la civilización depende cada vez más de sistemas tecnológicos vulnerables a perturbaciones espaciales.