Cali, mayo 10 de 2025. Actualizado: viernes, mayo 9, 2025 23:29

Prensa e industria cultural en el siglo XX

Comic, historieta y caricatura

Comic, historieta y caricatura
sábado 10 de mayo, 2025

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

Las ediciones de la prensa en la primera mitad del siglo XX, cuando aún era incipiente la televisión y costosas las entradas a salas de cine, adicionan un cuadernillo dominical con comic e historietas de entretenimiento.

Esa sección congregó a la familia y permitió el acceso a imágenes de superhéroes, en historietas de secuencia semanal.

Entre los de mayor audiencia figuraron: Tarzán, Superman, Batman, El Fantasma y Mandrake, entre otros.

Pero el mismo cuadernillo también ofrecía comic de iconos en viñetas, representativas de situaciones cotidianas, cuya característica fue el humor o la comicidad, por ejemplo, “Educando a papá”, “Abundio”, “El gato Garfield”, “Benitín y Eneas”, “Ton y Jerry”, “Archie”, “Mickey”, “Tribilín”, “Popeye” y “Tío Rico”, entre otros.

Hubo críticos que a la industria cultural le adjudicaron poder alienante y la consideraron arma de penetración ideológica proveniente de Walt Disney.

Sin embargo, hubo docentes que aprovechaban las historietas y adaptan pedagógicamente los dibujos y globos de las viñetas con textos sobre los temas de las asignaturas.

El lector que no tuvo la costumbre de coleccionar los cuadernillos dominicales, la adquirió en versión bibliográfica completa de la industria editorial.

Héroe de papel

Felipe Ossa, en “LOS HÉROES DE PAPEL” (1996), Altamir Ediciones, donde rinde homenaje a los cien años del comic, le dedica el capítulo 40 a “El Eternauta”, titulando “El vagabundo de las estrellas”. Precisamente, allí le hace un homenaje a Héctor Germán Oesterheld, creador de “El Eternauta”, otro héroe de papel.

La reseña de Felipe Ossa en su libro es meritoria, la publicó tres décadas antes que Netflix y Bruno Stagnaro emprendieran el proyecto de producir una serie homónima.

“Oesterheld encarna al creador (trabajador) obrero intelectual anónimo, como a él le gustaba llamarse, que desde la oscuridad de una redacción establece un sólido vínculo con una inabarcable masa de lectores. Es ese tipo de narrador mítico que goza y hace gozar contando historias que no son de nadie al ser de una comunidad. ¿Sería arriesgado conectar a Oesterheld con esos antiguos juglares que echaron a andar por el mundo leyendas que aún perduran en la imaginación colectiva?”.

En el Apéndice de “LOS HÉROES DE PAPEL”, Ossa denuncia: “En 1977 desaparece en Argentina, víctima de la represión militar, Héctor Oesterheld, uno de los mejores guionistas de historietas del mundo”.

Comic versus caricatura

Caricatura y cómic tienen similitudes, pero las diferencias son notables. La caricatura y el cómic nacieron en la prensa para hacer humor a sus lectores.

Pero la caricatura desde el inicio se ubicó en la página editorial de un diario, posesionada en espacio destacado, encuadrada aparte de otros dibujos de entretenimiento.

La caricatura representa la firma y el estilo de los trazos del dibujante, cada una es independiente de las anteriores o de las siguientes, preferiblemente se fundamenta en la crítica política y su mensaje no tiene que decirlo en un globo.

En cambio en comic, tomó la identidad propia que le dio su creador, cada vez que sale a la luz pública será el mismo personaje en distintas situaciones, enmarcado en una viñeta y expresando su mensaje a través de un globo.

El caricaturista para presentar su dibujo crítico deberá estar actualizado del acontecer político de su país, el mensaje crítico puede aparecer al pie del dibujo o expresado implícitamente a través de los elementos de la imagen.

La prensa colombiana ha contado con destacados caricaturistas: Ricardo Rendón, José María López Prieto “Pepón”, Héctor Osuna, Luis Eduardo López “Luisé”, Julio Cesar González “Matador”, Vladimir Flórez “Vladdo”, entre otros.

¿Comic o historieta?

Algunos lectores las denominaban tiras cómicas, otros, historietas y, no faltamos los que entonces éramos chicos que los domingos reclamábamos el “cuadernillo de las páginas de muñequitos”.

De todas maneras, aunque todas las historietas no tienen como objetivo el provocar humor, comic e historieta, coinciden en la estructura de los dibujos y las viñetas que facilitan la continuidad de los relatos en el tiempo y el espacio, con los globos, que contienen los diálogos de los protagonistas.

Hay comic, como es el caso de “Mafalda” de Joaquín Salvador Lavado Tejón, “Quino”, que más que producir humor, presenta una niña que filosofa sobre la política, la educación y demás asuntos neurálgicos de la sociedad.

Los comic siguen vivos a pesar que los diarios ya no los ofrezcan en separatas especiales; la industria editorial los rescata y los ofrece a nuevos lectores.

El comic y los hermanos Lumiere, pioneros del cine, nacieron contemporáneos a fínales del siglo XIX, casi gemelos, razón lógica que hoy hace inspirar a guionistas del cine animado.

Y en tiempos de crisis de la lectura de las obras literarias originales, el formato de la historieta regresa como un recurso valioso para ofrecer versiones frescas que seduzcan a nuevos lectores de literatura.

Contradictores del comic

El comic, como ocurre con las demás expresiones artísticas y géneros comunicativos, siempre será susceptible de apologías o de rechazos.

René Rebetez, por ejemplo, en un ensayo crítico titulado “El comic, un sobornado testigo de la época”, le señala antivalores equiparables a los de fotonovelas, también populares en el medio siglo pasado, con estructura similar a las historietas, que diferían por las imágenes, en vez de valerse de dibujos, narraban con fotografías en secuencia.

“Un comic será nocivo más que cien fotonovelas malas. Este asunto nos hace recordar la básica verdad de que las imágenes impresionan la mente humana más rápidamente que las palabras. Sin embargo, da tranquilidad que el comic jamás reemplazará a la literatura, en el mismo sentido que los Beatles no competirán con Beethoven, sin dejar por ello de ser los Beatles”.

Defensores y cultores

Como sucede con otras formas de comunicación masiva, en los casos de los comic y de las historietas, lo nocivo no está en la estructura, sino en las imágenes comprometidas y los textos de los discursos, alienantes, o al contrario, de concientización, libertarios.

“Con la aparición de la historieta mexicana Los Supermachos, de Eduardo del Río, Rius, en 1965, por fin tuvieron protagonismo los pobres, los miserables, el pueblo raso que se atrevía a criticar los abusos de los poderosos, la corrupción política, la expoliación de los humildes. Es un cómic didáctico que en forma sencilla y clara expone conceptos históricos, sociales y económicos, comprensibles al común”. (LOS HÉROES DE PAPEL. Felipe Ossa)


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