Cali, julio 6 de 2025. Actualizado: viernes, julio 4, 2025 23:24
El alma también se muda
¿Cómo saber cuándo es hora de soltar un lugar, una persona o una versión de ti?
Hay días en los que te levantas y algo no encaja. No es tristeza. No es rabia.
Es una sensación sutil, pero persistente: ya no perteneces a ese lugar, a esa relación, a esa versión de ti.
Tu alma está lista para irse… aunque tú aún no lo sepas.
Esto no se trata de mudanzas físicas, aunque a veces también las incluye.
Se trata de cambios internos que piden espacio, de ciclos que se cierran aunque no haya ruido, de intuiciones que te susurran verdades que la mente aún no se atreve a aceptar.
El alma también se muda. Y cuando lo hace, el cuerpo se inquieta.
Hay insomnio, desgano, ansiedad inexplicable. Las conversaciones que antes te nutrían, ahora te agotan.
Las rutinas que antes te ordenaban, ahora te asfixian. Los vínculos que antes te sostenían, ahora te duelen. Y no sabes por qué.
Energéticamente, esto se explica como un “desfase vibracional”.
Has cambiado, pero aún estás en un entorno que ya no vibra contigo.
Como una serpiente que crece pero sigue en la misma piel.
El malestar no es señal de error. Es señal de que te estás transformando.
El problema es que resistimos. Por miedo, por costumbre, por lealtad.
Nos aferramos a lo conocido, aunque ya no nos nutra. Pero el alma no negocia: cuando una etapa termina, empieza a incomodar hasta que la sueltes.
¿Cómo saber si tu alma está pidiendo mudanza?
Sientes nostalgia por una versión de ti que aún no existe.
Todo te irrita, incluso lo que antes disfrutabas.
Sientes un vacío inexplicable.
Tu cuerpo empieza a dar señales: cansancio, dolor, tensión.
Tus sueños se vuelven más intensos o repetitivos.
En el mundo esotérico se dice que el alma viaja antes que el cuerpo.
Y que cuando no la sigues, empiezas a enfermarte de nostalgia. No por lo que perdiste, sino por lo que aún no te atreves a buscar.
Entonces, ¿cómo se hace una mudanza del alma?
Honra el cierre. Agradece lo vivido, incluso si dolió.
Haz limpieza energética. Físicamente (espacios), emocionalmente (vínculos) y espiritualmente (hábitos).
Escucha tu intuición. Esa voz que no grita, pero no se calla.
Ritualiza el cambio. Una carta, una vela, una acción simbólica puede ayudarte a liberar.
Confía en la incomodidad. Es señal de que estás saliendo de una versión antigua de ti.
Y lo más importante: no temas quedarte sola por un rato. A veces, el alma necesita silencio para reubicarse.
Porque cuando te mudas por dentro, todo lo demás empieza a alinearse.
Lo nuevo no llega si no haces espacio. Y el alma, cuando ya aprendió lo que vino a aprender, solo te pide una cosa: que no te quedes donde ya no creces.