Un gobierno nacional que abandonó la seguridad

El atentado ocurrido en la madrugada del 16 de diciembre en el barrio Mariano Ramos de Cali no solo dejó dos policías muertos, sino que volvió a evidenciar una realidad inquietante: la violencia sigue activa, organizada y anunciada, mientras la respuesta del gobierno nacional resulta insuficiente.

El ataque con explosivos improvisados contra una patrulla policial confirmó que las organizaciones criminales mantienen capacidad operativa y que la seguridad continúa siendo una deuda pendiente para amplios territorios del país.

Tras el hecho, la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, dijo que la seguridad la están asumiendo solos alcaldes y gobernadores, algo que, lamentablemente, es cierto.

Los territorios enfrentan guerrillas, disidencias y estructuras criminales sin el respaldo efectivo del gobierno nacional.

Durante más de tres años, el gobierno del presidente Gustavo Petro tomó decisiones que terminaron favoreciendo a los grupos armados ilegales.

Los llamados ceses al fuego bilaterales operaron, en la práctica, como ceses unilaterales cumplidos únicamente por la Fuerza Pública.

En ese escenario, estas organizaciones aprovecharon la menor presión estatal para expandirse, disputar territorios y fortalecer economías ilícitas como el narcotráfico y la minería ilegal, lo que se ha traducido en más violencia y más muerte.

El atentado en Cali no fue un hecho aislado ni inesperado. El ELN había anunciado acciones de este tipo y, aun así, no hubo una reacción preventiva contundente.

Resulta paradójico que el presidente mantenga un discurso de cercanía con grupos armados como el ELN, a cuyos miembros llama “hermanos” hace pocos días, mientras dirige descalificaciones severas contra quienes, desde la legalidad, ejercen oposición democrática.

Con ocho meses restantes de gobierno, todo indica que la seguridad ya no será una prioridad para esta administración, realidad que obliga a una reflexión de cara al futuro inmediato: Colombia necesita elegir un presidente que asuma la seguridad sin ambigüedades.

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